domingo, abril 23, 2006

 

Construyendo vías de comunicación

Construyendo vías de comunicación : Tema sobre el encuentro de los venezolanos acerca de su realidad como sociedad en un país transido por la ansiedad y el desasosiego: Publicado en el El Nacional - Domingo 23 de Abril de 2006.-Siete Días:
“Si se encontraran los sectores populares y medios se reconocerían como iguales”: A dos años de la obra Detrás de la pobreza, la Asociación Civil para la Promoción de Estudios Sociales publicó Así nos tocó vivir, un libro en el que siete venezolanos sin rostro relatan su versión personal del gran drama nacional. Su coordinador general, Luis Pedro España, director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, parte de este nuevo texto imprescindible para desmenuzar las percepciones que sobre el tema tienen los venezolanos, más parecidos entre sí que lo que muchos se imaginan
RAFAEL OSÍO CABRICES periodista del Nacional lo entrevista así:
—Usted habla en el libro de varias Venezuelas que comparten, dificultosamente, el mismo territorio.¿En qué consisten las diferencias entre las capas que componen el país?—Primero, lo que les ha tocado vivir, como dice el título del libro. Las historias que están ahí muestran cómo las circunstancias materiales en que cada quien vive condiciona sus actitudes, creencias y preferencias. Esas tres cosas a su vez modifican la vida material, pero es más lo primero que lo segundo.Hay quienes dicen que el pobre es pobre porque le da la gana; el que opina así pone el ejemplo clásico del migrante, que llega aquí y trabaja 18 horas diarias, el típico portugués que vive en el barrio pero que tiene unos ingresos 10 veces mayores que la gente que lo rodea.Es cierto que la voluntad y los mapas cognoscitivos que alguien tenga lo pueden ayudar a escapar de la pobreza, pero esos son casos minoritarios, son desviaciones estadísticas. Esos insignes trabajadores son 5% de la población. No basta con confiar en que siendo como ellos se sale de la pobreza; hay que cambiar las condiciones de productividad de la sociedad para que la situación cambie. Más bien, lo que nosotros hemos encontrado es que hay mucho en común entre estos testimonios: aunque vienen de 7 personas que sacamos de los 7 grupos estadísticos que determinamos cuando hicimos la investigación que está en Detrás de la pobreza, puedes ver cómo lo que dice una señora que viene de un pueblito del Táchira se parece mucho a lo que dice una que vive en el este de Caracas.¿Cómo es eso posible? Pues tiene que ver con que una parte del ingreso en Venezuela no viene de las capacidades productivas de la gente, sino de la renta petrolera. Puedes tener creencias muy poco productivas y aun así tener altos ingresos. Eso nos da un país que es muy desigual en términos socioeconómicos, en el ingreso, pero que no lo es en términos socioculturales. Los que hacen estudios de mercado se lo encuentran a cada rato. Y en un país que se ha empobrecido en los últimos veinte y pico de años, esa brecha sociocultural se ve más grande porque los grupos se “enguetan”, se encierran en guetos.A diferencia del pasado, el que vive en el este de Caracas ya no tiene amigos en el oeste, y viceversa. En el este creen que los que viven el oeste son puros ladrones, y viceversa. Si llegasen a encontrarse, se reconocerían como muy iguales.—
¿Ese fenómeno es exclusivo de Venezuela?—No hemos hecho estudios comparativos; nos encantaría. Debe haber similitudes en América Latina, pero aquí eso está más pronunciado por el factor petrolero, que es único.—
Esas escisiones que separan a las Venezuelas, ¿son históricas o recientes?—Hay rezagos históricos. Por ejemplo, es más probable conseguir a una persona de color con bajos ingresos que a una blanquita.¿Eso significa que la sociedad venezolana del presente es racista? No, porque eso viene de una segregación de la Colonia que la Venezuela moderna no ha logrado corregir del todo. Tampoco quiere decir que no haya una suerte de umbral del color, como lo hay también de género; Venezuela no tiene las diferencias de género que hay en otras naciones latinoamericanas pero sí hay aquí lo que llaman un “techo de cristal”, a partir de cierto nivel las mujeres lo tienen más difícil. Ponte a buscar cuántas mujeres hay en las juntas directivas de las grandes corporaciones en Venezuela. Pero todo eso se puede superar.—
¿Es mutua, es compartida la ceguera que cada Venezuela tiene hacia las otras?—Sí, y es una de las cosas que se deben vencer. La incomunicación, la pérdida de los espacios públicos en los que diferentes grupos antes podían compartir, la pérdida de movilidad social que ha traído el empobrecimiento nacional, nos hace tenernos miedo unos a otros. Y si eso de paso lo manejas políticamente, imagínate tú. Ni hablar.—Un miedo hacia el otro que nace con el Caracazo.—Ese es uno de los varios episodios en los que ese miedo se ha extendido. Con Chávez ha habido varios: el 11 de abril, el paro. Episodios que amplían una brecha que es material, no cultural. Reducir la desconfianza entre los venezolanos es fundamental para que podamos progresar, del mismo modo en que esforzarse por profundizar esa desconfianza es retrasar nuestro progreso. Cuando todo esto se lo presentas al oficialismo, la respuesta que te dan es que esas diferencias ya existían, y que el proceso político sólo las ha hecho evidentes.Violentos, frívolos y crueles.-
Mientras la clase media se escandaliza y se moviliza por el secuestro y el asesinato de los hermanos Faddoul, ¿no están los pobres preguntándose que por qué tanto escándalo, si a ellos les matan sus hijos todos los días y nadie dice nada?—Claro. La convivencia con la muerte es mucho más cotidiana en los sectores populares. Pero los sectores medios tienen mucha más voz, más capacidad para expresarse. Los tres muchachos del barrio Kennedy a los que mataron en una alcabala eran de la clase media popular, pero como pertenecían a una institución de la clase media como lo es la universidad, su muerte se hizo pública. Igual con los niños Faddoul. Los demás no tienen tanta voz, así que ¿quién debe defenderlos entonces? El Estado. ¿Y necesita el Estado un escándalo para ponerse a defenderlos, para usar en defensa de los sectores populares algo que es de su exclusiva responsabilidad, como lo es el monopolio de la violencia? El que tiene que encargarse de que unas muertes no pesen más que otras es el Estado. Sólo el Estado puede usar la violencia dentro de la ley.—
Suele decirse, de unos años para acá, que la clase media venezolana es muy frívola, que no es nada solidaria, que ignoró por mucho tiempo el drama que tenía delante. ¿Es una acusación justa?—Yo sí creo que la sociedad venezolana se ha vuelto muy frívola, pero es toda la sociedad, no sólo la clase media. La tragedia de los Faddoul lo ilustra, con esa manera frívola de interpretarla que era decir “los venezolanos no somos así”, “eso no somos nosotros”. ¡Aquí mueren en promedio 4 personas al día! Esos 12.000, 14.000 homicidios por año se concentran en los fines de semana, en medio de la rumba, de la frivolidad de los fines de semana. Este es un país violento, frívolo y cruel. Eso de que el venezolano es pacífico es mentira. Otra cosa: aquí los que hablaban de los asuntos públicos eran los partidos. Los partidos desaparecieron, y la gente se refugió en lo privado.—¿Pero acaso no son las burguesías de todas partes, y en todas las épocas, igual de consumistas o de poco solidarias? En Dinamarca, la sociedad más desigual de la Tierra, ¿salen los miembros de la clase media a compartir sus bienes con los más pobres?—Es que salir a compartir con los pobres no es un tema privado, sino público. Son el Estado, las instituciones, las organizaciones, las que han reducido la desigualdad en los lugares que no son tan desiguales como este, no las personas. Aquí por ejemplo se dice que la gente no se asocia, que no participa en cosas públicas, pero eso era ya así antes de que todos empezáramos a tenernos miedo. El Estado venezolano, además, surgió apenas en el siglo XX, antes de eso no existía, y con el ingreso petrolero se erosionaron las pocas instituciones que había.¿A quién se le debe imputar, entonces, que no se hayan generado los mecanismos de solidaridad que la sociedad venezolana necesita? A la dirigencia que hemos tenido, no a los ciudadanos. A una dirigencia político y económica que, de paso, en Venezuela es policlasista.Recoger las armas.—
¿Siente usted que hay más conciencia sobre la pobreza desde que Chávez está en el poder?—Sin duda. Eso es innegable. Es el principal haber que tiene el Gobierno. Un haber intangible, por cierto, que es lo maravilloso de esto. Es el haber más grande que tiene y hay que mantenerlo: igual que este gobierno no puede gobernar sólo para una porción de la población, el que lo reemplace no puede gobernar tampoco teniendo excluido a un gran sector de la sociedad venezolana. Pero la conciencia social, por sí misma, no vale nada: hace falta, además de corazón, que haya razón, hace falta que esa conciencia social produzca políticas eficientes para atender los problemas, que es lo que este gobierno no tiene.—
¿Dejará el chavismo, cuando salga del poder, un país más solidario?—No lo sé. Por eso la advertencia que acabo de hacer en cuanto a que la conciencia sobre la pobreza debe mantenerse. Abrigo el temor de que se pierda por la posibilidad de que al chavismo lo sustituya un desplazamiento del péndulo político, hacia el otro extremo.-
Reducir la desconfianza entre los venezolanos es fundamental para que podamos progresar, y profundizarla es retrasar nuestro progreso.-
El que tiene que encargarse de que unas muertes no pesen más que otras es el Estado.-
Sólo el Estado tiene la exclusividad del uso de la violencia.-

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